Un hombre y su botella tocan un timbre,
¿me estarás buscando para brindar?
Un perro pasa con su dueño perdido.
Cuatro ojos masculinos se pegan
a los bolsillos del jean de una rubia.
Perros hay en todos lados,
de los verdaderos, y de los otros.
Un uniformado azul sube al colectivo,
su gorra hace las veces de boleto:
asquerosa gentileza nacional.
Los deliveris escoltan al treintainueve
hasta desaparecer en alguna puerta.
Una pared grita: "Las esferas giran en el cielo...
ahora sos una de ellas."
¿Cómo esto en vez de un colectivo
resultó ser una nave espacial?
Vamos a tener que conseguir más oxígeno
(de algún lado),
¿alguien tendrá una flor?
Un pozo en el asfalto hace que recuerde
exactamente dónde está mi coxis,
y que por más poesía que le ponga,
es sacudido viajar en bondi.
Ya sobre Caseros, el ramal tres -el mío-
empieza a jugar carreras con el dos y el uno.
¡Señor piloto, mire que no lleva casco!
¡Y yo no tengo buzo antiflamas!
La avenida -la mía- me zumba,
me coctelea,
sólo me falta la aceituna
para ser un martini servido en mi casa.
Mi nombre ya es Bond.
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