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viernes, 25 de abril de 2008

Once more with feeling

las nubes sobre mi cabeza
eternas
mi figura indistinguible
por la niebla del pasado enfermo
identificada con un frío helado
en la espalda
primero, las vértebras cervicales
después, las dorsales
últimas las lumbares
coletazo de tiburón

y siempre la “pena estraordinaria” martinfierresca
una amarga calma extática frente al vacío

afuera: caminos de hielo
adentro: llamas de lágrimas
el sabor de la depresión: papas fritas
el sonido de la esperanza: las páginas de Baricco
el futuro ciego como el corazón de Pablo
el pelo atado
mi sonrisa igual
el pecho quemado
las cenizas de papá

llagas sobre el papel

Mi nombre ya no tiene verbos.

miércoles, 16 de abril de 2008

Federico

Jueves a la noche. Concierto de música oblicua y gente semicircular. Desde lo alto de la oscuridad, trato de desconectarme del ámbito musical que me rodea y caer en un sueño de agotamiento. Entonces, descubro los oboes en el escenario de luces tenues y volumen sin amplificar. Un sonido me llama la atención, pareciera como si el oboe del medio no quisiera interpretar la nota correspondiente. Miro al músico atentamente. Y ya sé. De los veinticinco años que ronda, quince los ha dedicado al instrumento que honra con las caricias de sus dedos, pero que aparenta no dominar. Un día les dijo a sus padres que darían un concierto, él y la compañía de la que forma parte y arte. Arte que había llevado más de seis meses delinear. Horas de aire atravesando las llaves del oboe. Incluso, creo que puedo verlos: los padres del oboísta del medio, sentados en primera fila. Habían llegado con el porte orgulloso de m´hijo el concertista. Sin embargo, ahora, la madre tiene el rictus nervioso. Si hasta puede verse su pelo erizado desde el último asiento. El padre, en cambio, tiene el ceño fruncido de quien está haciendo cálculos: un oboe de mediana calidad + cinco años de lecciones con un profesor recién recibido + discos + partituras + otro oboe, pero de buena calidad + diez años de clases con un profesor renombrado + saber que nunca voy a poder invitar a mis colegas a un concierto de Federico.

Mi nombre ya es trombón.

martes, 8 de abril de 2008

Es sólo una cuestión de actitud

Si su hijo, muy contento, un día, le dice que escribió un poema y le acerca un papel en donde se lee: “Las rosas son rojas, / las violetas son azules / y hay que matar a todos los volivianos”, usted ¿qué hace? ¿Le indica que bolivianos se escribe con b inicial o le corrige la actitud?

Siempre pueden hacerse distintas lecturas de un mismo texto, pero hay niveles de lectura que priman sobre otros, que son necesarios, urgentes, si se quiere. El arte no es sólo forma, también es contenido. Y, si este último es pobre (vacuo, incluso), la perfección de su estructura, de su rítmica, de su ortografía, en nada importa.

Mi nonvre está mal escrito, pero sigue la regla que indica que antes de v se escribe n.

lunes, 7 de abril de 2008

Invisible

sigo sin entender
de qué estamos hechas
las mujeres
yo nunca fui etérea
carezco de ligereza
y me sobran las piedras
(¡si las pudiera usar
para alcanzar el cielo
en la rayuela
en la no rayuela!)

pero creo que ya hice carne
el conocimiento
de que no necesito
un libro
para saber dónde piso

el camino decide

Mi nombre ya es crayón.