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lunes, 21 de mayo de 2007

A la cama

Te daría todos mis sueños. Sí, a vos. A vos que estás leyendo y no entendés porque alguien te regalaría una sucesión de elaboraciones inconscientes nocturnas (las elaboraciones diurnas las guardo en un cajón del escritorio en la oficina). Te los doy, porque conmigo no florecen; sólo consigo hacerlos brotar de bichos y entonces sacudo la cabeza porque se me vienen encima, como ruedas de llantas rojas y rayos blancos, que enseguida cambian de forma y son las blancas patas de arácnidos que tanto me despiertan sobresaltada, como el otro día cuando, con efecto de cachetazo, salí de mis sueños, pensando en el significado de la vida y en por qué no soy otra persona, qué gracia tiene ser yo y, entre tosido y tosido, terminé tomando agua en el baño y puteando al protector bucal que uso por las noches, porque duermo con la boca abierta y trago mal la saliva, y el ahogo moribundo me despertó con saludos desde el más allá, aunque tampoco me gustan los saludos desde el más acá cuando me despierto con la revelación de que estuve corrigiendo la biografía de Bertrand Russell entre los brazos de Morfeo. Y mejor los tenés vos, sí, vos que estás leyendo y no entendés porque alguien te regalaría un sucesión de semejantes patas de elefantes, pero conmigo se pudren y en versión letras titilan y mejor que titilen acá, así ahora puedo dormir, en serio, dormir.

Mi nombre ya es 489 ovejitas saltando en la pradera.

2 comentarios:

vanina dijo...

Dormir es tan complicado...será porque estamos acostumbrados a no poder soñar?

cuakerboy dijo...

gracias... generoso... los acepto y no porque ande falto de sueños... es que aca tengo un jardin florido... y capaz que se contagian.