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lunes, 11 de diciembre de 2006

Vasos vacíos

Tengo ganas de escribir algo inspirado, sin embargo, con las ganas solas no alcanza. Pensé que un vasito de vino me ayudaría a recordar el número del celular de mi musa (¿o fueron dos vasitos? ¿o tal vez más? Cuando uno se pone a tomar...¡quién cuenta!), pero la cosa es que el vino no se lleva bien con la tecnología, ni la cerveza, ni el fernet, ni el vodka, ni esa naranja podrida que hace dos meses está en mi heladera y en vez del efecto eufórico que esperaba, me volteó de tal forma que hasta me parece que el programa de tinelli está pasando ópera y lafaucci hace una lograda interpretación de lady godiva.

Mmmmm, me parece que mejor era dejarle un mensaje en el beeper a la muy esquiva musa que tengo por guía. Debe estar haciéndose unos manguitos por ahí, aunque espero que no ande por palermo, porque después vuelve con unas ideas tan gastadas y snobs, que la única forma de sacárselas es embocarle un zapatazo en la cabeza (será que la muy zonza se olvida que calzo cuarenza).

De todas formas, por hoy ya está. La naranja me está resultando dulce, y cuando me acuerdo de lo alucinante que estuvo el recital de anoche de Cienfuegos, sólo puedo pensar en que ahora cuando me acueste, no voy a necesitar ninguna musa para tener sueños inspirados.

Mi nombre ya es colchón.

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