Sin embargo, la princesa estaba allí con un sólo objetivo: poseer al uniformado y morir. Renacer, luego, como un sapo y empollar plumas hasta convertirse en pavo (plebeyo, jamás real), y, justo antes de perder la cabeza de pulgar a manos de un leñador, envejecer de la forma más elegante posible... como una calabaza.
¿Y que será, entonces, del uniformado? Ser padre soltero de una gallina con cinco dedos en cada pata.
¿Y que será, entonces, del uniformado? Ser padre soltero de una gallina con cinco dedos en cada pata.
Mi nombre ya es el lobo feroz.
1 comentario:
Yo no sé si será que hoy vi tantos chicos gritando en la cola del cine, pero leí el título tan rápido que me imaginé una multiprocesadora que convertía a los chicos en un licuado.
Mi nombre ya NO es maestra jardinera.
PD: igual los críos son adorables, y tus textos también (éste no es la excepción).
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