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martes, 11 de septiembre de 2007

Tres y media de la tarde

Casi golpeándome con los papeles en la cara, me dijo: “No te duermas”. Me sorprendí, lo admito, pero no estaba durmiendo, me quedé pensando en locutorios. “¿En qué?”, me preguntó, frunciendo la cara en un gesto más de desaprobación que de incredulidad. En esos lugares en donde hay cabinas telefónicas y uno llega y automáticamente le asestan un número: “Pasá por la cinco”, te dicen y vos, que sólo querías sacar una fotocopia, no podés resistir el sumergirte en una de esas cabinitas, te metés, entonces, y marcás un número al azar: suena el ring en el auricular del teléfono una vez; dos; tres; operadora qué pasa que siento olor a perro, esta cabina está mal sellada y los tomates entran por todos lados, ¿estará despierta la persona al otro lado de la línea? Y, así, sobresaltada por un taladro en versión timbre de teléfono, me doy cuenta de que es imposible de que mi jefe acabe de llegar de su almuerzo: lo despidieron la semana pasada porque a la tarde todos los empleados dormían la siesta sin que él se diera cuenta y, según dicen los rumores, ahora trabaja en un locutorio donde te tira con un número: “Pasá por la dos”.

Mi nombre ya está actualizado.

4 comentarios:

Diego M dijo...

Muy buenisima combinación de sueño y asociación libre Jimeneana!!
¿Que decir? que es un género que deberías explorar más, porque te salen letras muy interesantes.
¿Que más decir? que te amo!!
Besotes de chocolate águila relleno de mousse!!

Ludmila dijo...

Hola....
Varias veces entré y nunca te dejé un mensaje... Cómo es eso de dormirte en el trabajo???? jajaja No se hace señorita!!!!!! que no se entere tu jefe. O entendí todo al revés??
Suerte!

Crispín dijo...

Yo tengo un amigo que en una época atendía un locutorio. El siempre decía "pasá por la que quieras", pero eso le generaba una sensación inmensa de vacío a las personas. Se quedaban petrificados, horrorizados y con la cara deformada. Y tras unos segundos preguntaban: "¿Por cuál me dijiste?"

Mi nombre ya es canción dijo...

¡Por supuesto que me duermo en el trabajo! Y paso a explicarle, estimada Calle Melancolía, el por qué de tan orgullosa aseveración: porque si no me diera sueño, implicaría que no estoy trabajando como debo. Es que los textos que tengo que leer en mi trabajo son somníferos. Si algún día llegaras a tener insomnio, no dudes en avisarme (o ninguno de ustedes, lectores y transeúntes), que yo tengo un remedio que no implica ningún tipo de químicos (y no da tanto asco como tomar un vaso de leche tibia) (bah! depende para quién).
Un abrazo cibernético,
Jime.