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domingo, 18 de febrero de 2007

Y entonces llegó el domingo

¿Cómo besar a alguien a través de una patalla? ¿Cómo hacer vibrar a alguien a través de tipografías cotidianas? ¿Cómo no sentirme inevitablemente desnuda frente a tus ojos? Vos sabés cómo. Y también sabés lo relativo que puede ser todo cuando alguien te regala una nueva mirada. En verdad, puedo haber tenido muchas vidas, pero ninguna existencia ha sido (ni será) tan plena, feliz y real (no puedo dejar de repetirme que esto es real y me está sucediendo a mí) que esta existencia a tu lado. No dejo de rezarle a mi suerte diciéndole que la vida dieciséis es la vencida.
Y, ¿sabés qué? El vacío ya no existe. La nada se esfumó. El tiempo puede variar en su paso. Pero, desde el día en que me besaste, la estimada señorita soledad me dijo adiós. Y el domingo, que era el día inexistente, el del soliloquio devorador, se transformó en el dulce despertar de aquellos sueños que me prohibía bocetar siquiera, y que ahora deslizo tímidamente en el teclado. Tu mirada me da coraje, me da vida.
Mi nombre era canción, nuestros nombres son sinfonía.

2 comentarios:

Diego M dijo...

¿Como puede ser que no te haya dejado un comentario en éste texto? justo en éste texto!!!
Cuando me escribís así, me estremezco de una forma...
Te amo mucho ¿sabías? y ésta va a ser (largamente) la mejor de tus vidas. Te lo prometo!

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Sí; sí: YA son sinfonía.

los quiero

mucho