...y entonces me acuerdo de que, el sábado, Rotman repetía dóndeestálafelicidaddóndeestálafelicidaddóndeestálafelicidaddónde... y en la tele pasan "Perdidos en Tokio" y pienso en que te gustan las películas de Sofía Coppola. Ceno con vino y me dispara una sonrisa, porque a vos no te gusta y tuviste que fingir con tu padrino en Entre Ríos. Mientras, lucho con mis labios hinchados para tratar de meter un pedacito de milanesa en mi estómago y me pregunto si a vos te gustarán las milanesas tanto como a mí. Entonces, quiero contarte todo esto y dónde estarán las lapiceras que siempre andan dando vueltas por mi casa que, ahora, no las encuentro y habrá un pedazo de papel por acá (bah, mejor me robo una hoja de la pila para imprimir), y aquí estoy, otro día empieza y yo lo empiezo escribiéndote a vos. Pruebo con el sorbete nomás, pero mis labios siguen sedientos de vos, ansiosos de vos... y acá está la felicidad, dijiste.
Mi nombre ya es tuyo.
Mi nombre ya es tuyo.
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