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sábado, 18 de octubre de 2008

Te lo digo así

Rosita, mi vida:

No sabía cómo comunicarte esto sin que tus ojos penetrantes se clavaran en mi culposidad crónica. Creo que ya no debemos compartir el lecho. Tu hedor no me deja dormir en paz. Sé que no hay nada que puedas hacer con eso: no hay jabón que logre perfumarte, ni pastillas que me noqueen por completo.

He decidido que es hora de que otros brazos te rodeen. Sé que podrás hacer muy feliz a alguien más, a alguien con un sentido del olfato menos agudo que el mío, alguien más joven, menos melindroso. Si con sólo pensar en el rosado tono de tu rostro, brazos y piernas, en la suavidad que conservas, en la seguridad que trasmites, reconozco los muchos años maravillosos que te quedan por delante.

Nunca olvidaré los momentos felices que vivimos, nuestros juegos, mi llanto oculto en tu panza, mi miedo dominado por aferrarte la mano… Creo que papá nunca hizo nada mejor que encontrarte para mí, para mitigar mi soledad, mis silencios. (Aunque te confieso que, a veces, también creo que lo mejor que hizo en su vida fue irse de casa para no volver más y, entonces, dejar de pegarle a mamá.) Todos mis recuerdos mejoran su color gracias a vos.

Sin embargo, mi terapeuta me ha dicho que no es bueno que una mujer al borde de los treinta años duerma abrazada a un peluche (te ruego no te ofendas por semejante generalidad). Él me remarcó que, si no me separo de vos, no me va a firmar el alta para reincorporarme al trabajo. Y tengo que volver a ese lugar. No creas que es porque los escuché hablar de mí a mis espaldas, tildándome de loca, diciendo que tenían miedo de que robara alguno de esos insulsos perros, gatos o elefantes que suelen comprar como regalo corporativo para el cumpleaños de algún retardado. No, eso ya es costumbre. Eso ni me importa. Tengo que vengarme de todos esos hijosdeputa que se burlaron de vos. De tu foto en mi escritorio. Nuestra foto. La que robaron y trucaron del modo más vil. Imágenes asquerosas de nosotras podían verse en las pantallas de todas las computadoras de la empresa. “Fetichista!”, decían.

Siempre te recordaré como lo más preciado de mi existencia.

Adiós,

Laura

Mi nombre ya está tocado.

4 comentarios:

Diego M dijo...

Este texto (como tantos otros tuyos) me parece muy muy bueno.
Me fue llevando de la ternura al estupor y terminé teniendo miedo y lástima de ésta mujer, está re chapa!!! =P
Besotes!!!

Anónimo dijo...

Hermoso texto. De la pena a la sorpresa. Lucido y original.
Saluditos. Bea

Anónimo dijo...

Hermoso texto. De la pena a la sorpresa. Lucido y original.
Saluditos. Bea

Lucas Berruezo dijo...

Muy buen relato, Jime. Magistralmente escrito. Me sorprendió, conmovió e incluso me perturbó. Todo en pocos párrafos. Muy bueno.