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lunes, 7 de febrero de 2011

Que nunca falte

Ayer volví al barrio, a sus calles, a la espuma en aerosol, al llamdo del bombo y el platillo, a la hilera de banderines de colores, a las levitas y galeras desfilando, al asombro de esas piernas que se empeñan en querer patear el cielo de febrero.



Y, si bien, ayer, en vez de estar en la fabril avenida Patricios estaba en la más elegante avenida Montes de oca y en vez de saludar a Los Ángeles Xeneizes estaba alentando a Los Inevitables de Flores, aun así, el corso me demostró que no vive en la nostalgia, que mira para adelante y que los adultos también nos podemos dar el lujo de disfrutar del carnaval.



Mi nombre ya es murgón.

1 comentario:

Sonia Cautiva dijo...

Oh¡! Sí¡! ¿Podrá haber algo más representativo, elocuente, con sus colores, su empuje, la protesta que una murga?
¡Me volvió a pasar este año! Ahora que no estoy para murgas, pareciera, pero se movieron mis tabas y ganas no me faltaron.
¡Hermosa tu recordación tan puntual!¡Hermosa!
Un abrazo
Sonia